Según Freud, el
desarrollo psicosexual es un proceso psíquico que tiene lugar desde el
nacimiento en adelante y mediante el cual la persona va organizando sus
impulsos sexuales hacia un objetivo final, que normalmente es la identificación
con un sexo (soy hombre o soy mujer), la correspondiente elección de una pareja
heterosexual, y un modo final de satisfacción: la obtención del orgasmo
mediante el coito (penetración vaginal).
El desarrollo psicosexual abarca varias fases: primero la pregenital (fase oral y anal), la genital infantil (fase fálica, incluído el complejo de Edipo, 3-5 años), el periodo de latencia (5-12 años), y finalmente la fase genital adulta (de la adolescencia en adelante). Este desarrollo puede sufrir perturbaciones, que darán como resultado, por ejemplo, las perversiones. Puede decirse que el desarrollo psicosexual comienza desde los primeros días de vida, cuando el bebé empieza a encontrar un placer en la succión del pecho que va más allá de sus necesidades de nutrición.
Sus primeras experiencias sexuales son, entonces, orales. Más tarde, alrededor de los dos años y cuando comienza el control esfinteriano, el niño encontrará placer en el dominio de su propia musculatura, especialmente la esfinteriana, que le permitirá expulsar o retener las heces y encontrar placer en ello (sexualidad anal). Más tarde, entre los 3-5 años ingresa en la fase fálica, donde el niño comenzará a interesarse en la zona genital como fuente de excitación erótica. Hacia los 5 años, en el complejo de Edipo sucumbe a la represión de su sexualidad ingresando en un periodo de latencia (que dura aproximadamente toda la escuela primaria). Normalmente, el niño en esta época sublima su sexualidad, es decir, la canaliza hacia un fin desexualizado y socialmente aceptado, como por ejemplo el aprendizaje escolar). Finalmente, en la pubertad el desarrollo hormonal activará nuevamente su sexualidad.
El desarrollo psicosexual abarca varias fases: primero la pregenital (fase oral y anal), la genital infantil (fase fálica, incluído el complejo de Edipo, 3-5 años), el periodo de latencia (5-12 años), y finalmente la fase genital adulta (de la adolescencia en adelante). Este desarrollo puede sufrir perturbaciones, que darán como resultado, por ejemplo, las perversiones. Puede decirse que el desarrollo psicosexual comienza desde los primeros días de vida, cuando el bebé empieza a encontrar un placer en la succión del pecho que va más allá de sus necesidades de nutrición.
Sus primeras experiencias sexuales son, entonces, orales. Más tarde, alrededor de los dos años y cuando comienza el control esfinteriano, el niño encontrará placer en el dominio de su propia musculatura, especialmente la esfinteriana, que le permitirá expulsar o retener las heces y encontrar placer en ello (sexualidad anal). Más tarde, entre los 3-5 años ingresa en la fase fálica, donde el niño comenzará a interesarse en la zona genital como fuente de excitación erótica. Hacia los 5 años, en el complejo de Edipo sucumbe a la represión de su sexualidad ingresando en un periodo de latencia (que dura aproximadamente toda la escuela primaria). Normalmente, el niño en esta época sublima su sexualidad, es decir, la canaliza hacia un fin desexualizado y socialmente aceptado, como por ejemplo el aprendizaje escolar). Finalmente, en la pubertad el desarrollo hormonal activará nuevamente su sexualidad.